viernes, 21 de octubre de 2016

¡Me gustan los coches!

La Alfa Romeo Fat 4 usa el motor bóxer del Alfasud, pero
no deja de ser una preparación particular.
A raíz de encontrar en Facebook una foto de una moto de la marca Alfa Romeo, he querido retomar el tema de las motos con motorizaciones de coche que tenía abandonado desde aquel post sobre las motos diésel (Malos humos). Este invento es tan antiguo como la moto en si, pero pese a no haber cuajado nunca, parece mentira como una y otra vez nos lo vamos encontrando a lo largo de los ciento y pico años de vida de la moto. La moto Alfa Romeo Flat 4 parece ser una preparación particular, sin vinculación de la marca. Sin embargo me gustaría hablar de las que se han llevado a producción y con relativo éxito en su momento.  Ya en 1907 Glenn Curtis acopló a un bastidor de moto un motor V8 de aviación. Bautizándola Curtiss V8 (Se quedó calvo al pensar un nombre para ella) consiguió batir un record de velocidad con nada menos que 219,4 Km/h. Después 
En este cacharro y a 220... Están locos estos romanos!
necesitó un kilómetro y medio para conseguir detenerla, debido al escaso equipo de frenos que montaba. No por su peso, no. Al contrario de nuestras protagonistas de hoy, la Curtiss V8 pesaba solo 125kg.

Puede que de las más famosas con este tipo de motor sean las Münch. Presentada por primera vez en el Colonia en 1966, la Münch TT (popularmente conocidas como Mammoth por su generoso tamaño) equipaba el motor del NSU Printz, un pequeño utilitario alemán de 4 cilindros y 1200cc refrigerado por aire.  El “loco” inventor de la Münch era Friedl Münch, quien equipaba a sus motos con unos equipos de frenos tan buenos que estos se utilizaron en carreras durante muchos años. Friedl trabajó para Horex,
Friedl Münch afinando una de sus criaturas.
fabricante alemán de motos, desde su retirada como piloto de velocidad hasta el cierre final de la fábrica en 1958. Adquiriendo material y maquinaria de la cesada factoría, su sueño era fabricar una superbike sin precedentes. A parte de la locura de meter el motor de coche en el bastidor de moto, las Mammoth tenían algunas soluciones técnicas bastante curiosas. Por ejemplo: la transmisión secundaria era por cadena. Nada nuevo hasta aquí. Lo bueno es que iba dentro de un casete hermético el cual permitía que esta fuera en un baño de aceite continuo, mitigando así el desgaste prematuro. De todas formas, cada Müch producida incorporaba mejoras y soluciones sobre su unidad predecesora. Estaban construidas de una forma casi artesanal y el propio Friedl se aseguraba de probarlas una a una cuando estas salían del proceso de montaje. Su aventura tuvo cierta repercusión “al otro lado del charco” y a finales de 1967 un total de 30 motos se habían fabricado. Su fama se hizo valer bajo el lema de “fiable como un coche, rápida como un Porsche y exclusiva como
Imponente aspecto de las Münch TT.
un Rolls Royce”. Las Mammoth, con 85cv, alcanzaban los 160 kmh en menos de 11 segundos, con un chasis y frenos que soportaban las buenas prestaciones. El único problema era el neumático trasero, ya que con semejante peso (278 kg en vacío) y potencia, si el piloto no era cuidadoso, se quedaba sin rueda en menos de dos mil kilómetros. En competición, las Münch llegaron a ser campeonas del mundo en la categoría de sidecar, en 1971. Para 1973, la Münch ya equipaba inyección electrónica, la primera moto en llevarla de serie. Pero las mucho más baratas motos japonesas apenas dejaban nicho de mercado y solo 130 unidades de la TT-E fueron fabricadas. La producción se estiró hasta 1975 y a finales de los 70 la fábrica y marca cerró para siempre. 478 motos producidas en su historia. Un sueño que duró mucho más de lo que en un principio se pudo esperar.

Poco agraciada a la vista. El motor de 127 como protagonista.
Siguiendo este mismo sueño y según las Münch desaparecían, Ugo Grandis, un italiano ex técnico de Chrysler, le pareció una brillante idea el poder usar su Fiat 127 durante el invierno y después montar su motor en una moto para disfrutarla durante el verano. ¿Loco? No lo se. A mi me parece tan extravagante como Paco Clavel bailando house. El caso es que lo consiguió. Patentó la Shifty 900, equipándola con motor Fiat 127 y 4 velocidades. Se presentó en 1977 en Padua, con un peso de 269 kilos y las
Hasta llevaban el cuadro del 127!
prestaciones derivadas del archiconocido motor Fiat: 45cv que permitía que la extraña GT alcanzara los 170 km/h. La Shifty no triunfó, no por su enorme tamaño y peso, si no por lo complejo de su sistema de transmisión y caja de cambio. En el afán de conservar todo lo del 127, Grandis mantuvo el cambio en H, como en cualquiera de nuestros coches, el cual había que manejar con el pie. Nada de eso que nos enseñaron de pequeños de “la primera para abajo y las demás para arriba”. Con la Shifty te sacabas el título de reflexólogo (masajista con los pies) a los 200 kms recorridos. No me llega la imaginación a los movimientos con el pie izquierdo para empalmar marchas o reducir rápidamente. Junto a esta peculiaridad, el diferencial del 127 daba salida a una serie de reenvíos y cascada de piñones para terminar en la transmisión secundaria por cadena. De esta loca aventura que duró hasta 1982, salieron 70 motos producidas.

Y como el ser humano erra y erra en el mismo punto, en ese mismo año, 1982, la compañía francesa BFG (iniciales de sus fundadores: Boccardo, Favario y Grange ) saca a producción la BFG 1300, equipando el motor del Citroën GS de 70cv y aprovechando la transmisión por cardan, queriendo así abaratar costes de mantenimiento. Las BFG eran
Poli francés posando con las BGF 1300.
bastante feas en un principio. Bueno, y en un final. Queriendo ser políticamente correcto: no había por donde cogerlas. Su poco acertada silueta era el resultado de una cuidada aerodinámica estudiada en el túnel de viento.  Teniendo al propio gobierno Francés como respaldo, algunas BFG equiparon a la Gendarmería aunque únicamente se usaban para eventos oficiales. Las BFG se fabricaron en una antigua factoría de MBK, pero con la entrada capitalista de Yamaha en esta marca francesa, las BFG veían prematuramente su fin en 1986, tras 600 motos producidas. De los restos de fabricación, Louis Boccardo, uno de los fundadores, lo intentó de nuevo montando el 1.4 Diésel de los AX (vuelvo a referenciarme en el link de por ahí arriba), con poco éxito igualmente.

Hasta ahora las motos de las que hemos hablado tenían como punto en común el usar un motor de coche buscando fiabilidad y facilidad de mantenimiento. El buscar una motorización muy común abarata el repuesto y en principio hace atractiva la formula. Pero
Por muy grande que seas, una Boss Hoss no
te quedará pequeña.
en Estados Unidos no lo entendieron así. En su intento más famoso por meter un motor de coche en un bastidor de moto, se atrevieron a meter hasta un 8200cc de 8 cilindros en V y procedencia Chevrolet. Este fabricante, Boss Hoss Cycles, acordó la fabricación de estos motores con el gigante automovilístico y sacó a producción en 1990 esta impresionante máquina con unos niveles de acabados de lujo. Alejadas por completo de las vibraciones, tan características de las motos americanas, no solo impresionan por el descomunal tamaño, si no también por su desorbitada potencia que podía llegar hasta los 500cv. Lejos de asustar esta imponente cantidad de galopantes en la mano derecha, parece ser que son sumamente fáciles de llevar gracias a la transmisión automática una vez, eso si, hayas tenido la fuerza suficiente para levantar los 590 kilos a la verticalidad. Boss Hoss cesó en 2006, después de haber producido más de 4.000 motos, siendo este el más exitoso ejemplo de motos con motorización automovilística.

Después, otros fabricantes como EVA o Star Twin, usando los motores del Smart o del Lupo, lo han intentado con mas o menos la misma fortuna. Pero si no fuese por gente innovadora, emprendedora y valiente, estos locos cacharros con los que tantos nos divertimos, no existirían!

Uves y ráfagas.


J. Gutiérrez. 

lunes, 17 de octubre de 2016

¿Libertad o esclavitud?

¿Falsa sensación del libertad?

La libertad. Esa falsa sensación que nos venden para creernos individuos únicos y merecedores de solo las mejores sensaciones al alcance del humano. La libertad es lo que a muchos les une al mundo de la moto. ¿Seguro? En moto eres de todo menos libre. De hecho te conviertes en esclavo de las inclemencias meteorológicas. Esclavo de las condiciones de la vía, del tráfico. Esclavo, en muchas ocasiones, de las necesidades económicas que supone andar en moto. Esa falsa sensación de libertad que muchos describen al montar en moto, me gustaría traducirla como gusto por el aire en la cara, por sentir el viento en el pecho, por disfrutar de la aceleración y el brío de nuestras máquinas o por la dinámica en curva que tanto engancha. Un cúmulo de sensaciones, si. Libertad, no.

La primera vez que yo pude sentir libertad, respecto al mundo de la moto, fue durante una época en la que hice un programa de radio sobre motos, claro. Un programa en una emisora local, el cual se emitía los sábados de 11 a 12 de la mañana sin ninguna pretensión de audiencia ni repercusión mediática. Esta emisora llegaba al alcance de varias poblaciones entre las que se sumarían unos 20.000 habitantes. Después cada programa nos quedaba claro que no nos escuchaba ni una docena de ellos. Y casi era mejor. Tenía en mi mano un medio en el que decir lo que quisiera. En el que dar mi opinión en voz alta. Exactamente justo y como pretendo en este blog. Nunca he pretendido ganar amigos escribiendo. De hecho, nunca he publicitado el blog más allá de mi entorno más cercano, amigos de Facebook o alguna vez en alguno de los grupos de Whatsapp. Ni ganar amigos, ni ganarme la vida. Para eso ya tengo mi trabajo. Pero se que aunque tampoco lo pretenda, el ganarse enemigos es mucho más fácil. Por ejemplo: aquellos que no sepan encajar mi opinión sobre alguno de los temas que trato podrán sentirse ofendidos. Tengamos en cuenta que todos somos libres de opinar lo que queramos y muy fácilmente hacerlo llegar a quienes queramos también. Dicho esto sobre la supuesta libertad que te da la red, puedo decir sin pudor: ¡que gran mierda las modas! ¡Esto si que es una esclavitud!

Y digo esto ahora, pese a que me lleva rondando bastante tiempo en la cabeza, después

Impresionante la RSV de Kacerwagen

de haber estado el pasado sábado en la exposición de “café racers” y personalizaciones: Oldies but Goldies, de Revival of the machine, en el Museo del Ferrocarril, en Madrid. Y no escribo esto de las modas directamente relacionado con las motos que habían en la feria. Nada más lejos de la realidad. El nivel de preparación en alguna de las motos era espectacular. Y después de una primera vuelta de reconocimiento a todas las motos expuestas, tuvimos el placer de hablar largo y tendido con Chus, de KacerWagen, de Huelva. Nos estuvo contando sobre el trabajo hecho en una Aprilia RSV Mille, completamente espectacular. Y lo mejor de esa charla no fue el escuchar de primera mano sobre las más de 1.000 horas de trabajo que llevaba encima esta moto, si no  el poder comprobar que en ese mundo donde el glamour y el aparentar parecen ser protagonistas, hay algunos hombres como él a los que “se la sopla” tanta tontería. Fue una constante en la exposición las barbas perfectamente tratadas y recortadas, los peinados “hechos en la barbería” y las gorras colocadas (no puestas) en las

Los mas de 20 años que Boneville lleva en el
negocio de las personalizaciones, se nota.

cabezas de muchos de los que allí se veían. Pero, insisto, menos mal que no todos en este mundo de la personalización llevan ese halo de divinidad por delante de donde vayan. También hablamos con Adolfo, de Boneville, en Madrid. Hablamos sobre sus motos Rebellion, las cuales tienen una calidad y acabados impresionantes. Y al igual que nos pasó con la Aprilia de Kacerwagen, nos encantó que, sin desmerecer para nada las motos, fuese la proximidad y el buen trato con el responsable de estas motos lo que más nos gustara.

A raíz de esta visita, de las cervezas, las risas y las charlas interminables sobre una moto, sobre la siguiente y sobre la siguiente (y así en modo bucle hasta el infinito y más allá) salí de esta pequeña muestra de arte, en alguno de los casos, del buen gusto en gran medida también, pero del desatino y de la perdida de la estética, del dinero y del tiempo  en otras muchas, más convencido de que el gran público no se da cuenta de todo lo que hay detrás de este tipo de trabajo. No puedo desmerecer a este tipo de motos. Sería hipócrita por mi parte. Me gustan. Intentan destacar lo más puro del motociclismo. Pero en esta ardua empresa: muchos se pasan, otros no llegan y solo unos pocos dan en el punto exacto en el que la preparación de la moto ha conseguido un conjunto armonioso. Y toda esa mayoría que se pasa o que no llega, hace que el concepto “café racer” empiece a estar corrupto, si no lo está ya del todo. Y creo firmemente en que esa corrupción ha venido de la

Chicos: no hagáis esto en casa! Pobre SR!

mano con la red. Estamos rodeados de videos de motos “construidas”  al estilo de lo más “cool”, molón o posturero. Y como “molar” está tan de moda, muchos pobres incautos se lanzan al garaje comunitario de su casa a transformar la pobre SR 250 o la GPZ 400 que por dos duros han encontrado en Milanuncios bajo el texto: perfecta para “café racer”. Y luego pasa lo que pasa. Mierdas rodantes, más feas que una cama deshecha, con menos papeles que Tarzán (por aquello de homologar los cambios en la ficha técnica) y con las que, después de dar dos o tres vueltas con ellas, se pretenden deshacer al doble de precio (o más) en la misma plataforma digital donde la adquirieron originalmente.
Haciendo gala de una coletilla de viejuno: vamos a ver, chaval: No te sabes aquello de “Manolete, si no sabes torear, para qué te metes?” Ah! Que después de verte todas las temporadas de Fast ´n Loud, de Orange County Choppers y de Jesee James, te veías capaz de hacer una “café racer” con dos chapas mal cortadas y dos botes de pintura negra mate del chino? Pues si. La triste realidad es que esto existe mucho más de lo que podáis imaginar. Está pasando con esta moda de las “café racer” como a final de los 90 con el tunning de los coches.  Por aquel entonces se distinguía claramente la preparación “nivel  Alcampo”: aquel que se compraba el freno de mano cromado, la pedalera de colores y los fuelles de goma para los limpia parabrisas en cualquier supermercado. La macarrada estaba garantizada. Hoy nos pasa con las “cafeteras”. ¡Que pena! Hasta cierto punto, entiendo lo que está pasando. Son bonitas, en muchos casos preciosas. Prueba de ello es gran parte de las motos expuestas este pasado sábado. Pero esos videos en los que “molar” mola tanto, esas preparaciones tan minimalistas en las que parece que solo han desmontado elementos superfluos de la moto… Al final el pobre chaval piensa: bah! Me hago una café racer de esas por cuatro duros. Y, de nuevo, pasa lo que pasa. No olvidéis nunca que en el mundo de la moto, las “3 Bes” no se cumplen jamás: Si es bonita y barata, no es buena. Si es barata y buena, no es bonita. Y aplicándolo sobre todo a las personalizaciones en general: si es buena y bonita no es barata. Así que, dejad de hacerle un flaco favor al motociclismo. Una GS500E es y será

Una pena de BMW R1100S

siempre una conmuter pura y dura. Una moto fiable, sencilla y válida para todo. ¿Por qué os empeñáis en hacer de ellas, de las SR, de las GPZ o de otras tantas veteranas populares, un amasijo de hierros infumable a la vista y, en muchos de los casos, a la conducción? Encontramos en Oldies bur Goldies una BMW R1100S, como mi máquina de vapor, allí expuesta. Una moto que por geometrías, chasis y demás es prácticamente inviable transformarla a la simplicidad de líneas que suele caracterizar a una “café racer”. Y en efecto, el despropósito estaba conseguido. Una pena de tiempo, de dinero y de moto.

Prueba fehaciente de que en casa, con buen gusto, esmero
y dedicación, se pueden conseguir excelentes resultados.

Es injusto generalizar. Dentro de todo ese conjunto de malos preparadores, hay un selecto elenco que lejos del “molar”, lejos de subir esos videos a Vimeo en cámara lenta mientras trabajan en sus garajes sacando chispas de cualquier sitio, son gente con gusto. Sencilla, accesible. “Normales”, como tu o como yo.  Y siempre es ese buen gusto el que equilibra el conjunto. Ese buen gusto requerirá más dinero, o más esfuerzo si el vil metal no da para más. Pero sin duda, el resultado, merecerá la pena. Disfrutarás de tu obra de arte rodante. De tu moto única. De tu café racer, brat, scrambler, bobber o simplemente de tu moto personalizada. Ese buen gusto es a veces tan difícil de encontrar como el sentido común. Y muchas veces, va de la mano con el. Las modas son así. Esperemos que el tiempo, como siempre, ponga todo en su sitio y se salven de la chatarra muchas de esas motos que sin ser clásicas, simplemente son veteranas pero funcionales.

Uves y ráfagas!


J.Gutiérrez!