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| No sé cuantas de estas tendré por casa |
El artículo es corto, no más de dos páginas, así que lo devoro en un instante. Pero al terminar necesito volver a releer. Hay una característica de esta RSV4 Factory que acaba de volarme la cabeza. Y no, no tiene que ver con su comportamiento, ni con que la prueba hubiera sido en el circuito de Misano y tampoco con lo delicado del tipo de neumático respecto el comportamiento de la moto. Me vuela la cabeza leer que esta versión Factory se diferencia, fundamentalmente, de la versión “normal” en que la primera equipa un GPS. Y por un instante, al leer las siglas del sistema de posicionamiento global, pienso: vaya, por fin un guiño a la usabilidad diaria de una moto de este corte. Todos tiramos del GPS, normalmente del que nuestro móvil equipa, como algo cotidiano en muchos de nuestros desplazamientos. Pero no me cuadraba. Había algo que no terminaba de encajar y la segunda pasada al texto me descoloca del todo. Si bien las suspensiones que montan ambas versiones, Factory y “normal”, son unas Ohlins electrónicas EC 2.0 (ojo, que ni siquiera son lo último de la marca, existiendo ya las 3.0), con todos los ajustes que os podáis imaginar, modos preestablecidos electrónicamente para hacer la moto más dura, efectiva o incluso cómoda en según que momento, el GPS de la versión Factory permite que la configuración de las suspensiones varíe según la curva que vayamos a trazar, en el circuito que hayamos configurado anteriormente. De locura, sí. O sea que si voy a hacer unas tandas en Cheste, voy a dedicar pacientemente varias vueltas a decirle al GPS, a través de la aplicación que une la IMU de la Factory con nuestro teléfono móvil, qué precarga, reacción, extensión y compresión quiero que imponga en horquilla y amortiguador trasero, dependiendo en qué curva. Así pues, a final de recta quizás me convenga más un par de puntos de precarga delante, para afrontar una frenada de más de 300 km/h, y que la extensión del amortiguador trasero esté más liberada para evitar perder la rueda trasera en el fuerte apoyo. Pero para la siguiente curva a izquierda, donde puede que haya un pequeño rizado en el firme del trazado, me conviene mejor un poco más de aplomo delante, con lo que podré curva a curva irle indicando a las suspensiones qué reglaje quiero que aplique para que la estabilidad, frenada y potencia se vean plasmadas en mis tiempos.
No sé si llego a expresar, no solo la complejidad de afinar toda esta configuración de suspensiones, sino lo realmente efectivo que puede llegar a ser una vez domines la técnica de ajuste en el trazado al que has venido este domingo a echar el día. Si nos vamos a muy poquitos años atrás y comentamos esta locura de posibilidad en el reglaje, nos podrían tachar de ser el mismísimo Isaac Asimov contando una novela de ciencia ficción, digna de una serie de Netflix con 8 temporadas. ¿Qué locura es esta? La gran mayoría de los mortales que montan en moto, y me refiero al 90% de la población motociclista, se limita a dar precarga al muelle trasero al llevar pasajero, si al caso. Pero este nivel técnico en el que según la curva por la que vayamos a pasar, el GPS de la RSV4 Factory ajuste en tiempo real y en milésimas de segundo los ajustes de la suspensión que vamos a necesitar, es lo más loco que había leído sobre una moto, desde que la CBR 1100 XX superó los 300 km/h hace 28 años.
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| Una sufridora perfecta |
Uves y ráfagas.
J. Gutiérrez.

