![]() |
| El idílico momento atardecer con ella. |
Después de mencionarlo estos días atrás, me he quedado
con ganas de hablar de lo platónico del amor de nuevo. Una historia parecida a
la que felizmente me unió a mi TRX, pero con otros tintes, en los que la
Triumph Speed Triple 900 y yo parecemos los mejores amigos que jamás se unirán
sentimentalmente. Como cuando de adolescentes idealizamos a un/a cantante o
modelo, con fotos suyas en la carpeta que llevábamos al instituto, posters en
la habitación y sueños de un inalcanzable fin.
A los 5 meses de cumplir los 18 años me saqué el carnet
de conducir, en Abril del 94. Pero tuvieron que pasar otros 5 meses más para
obtener el carnet de moto, entonces con un simple examen con una Vespa en un
circuito que, todo sea dicho, se me atragantó
en la primera convocatoria y
saqué a la segunda. En aquellos años compraba semanal y religiosamente el
Motociclismo todos los martes por la mañana. Y en aquella época, Triumph tenía
una campaña publicitaria bastante impactante de la Speed Triple 900. En el
anuncio, amarrada en la calle junto un Rottweiler, la describían como una
autentica café racer de los 90. Incluso creo recordar que decía algo así
como que “…su postura, como si tratara
de sacudirse un yugo, no deja lugar a dudas de sus intenciones…”. Lógicamente
era una moto fuera de mi alcance en ese momento y que simplemente podía admirar
cuando la veía en las revistas, debido a lo poco que se vendió. Tan solo llegué
a ver dos o tres en Pingüinos y en alguna concentración y mis ojos se clavaban
en ella cada vez que me la encontraba.
![]() |
| Con esta estampa se anunciaba la Speed Triple T300 allá por el año 94. |
| La guinda para el pastel, para ese mi pastel, era su color anaranjado. Desde entonces, siempre me han gustado las pelirrojas. |
Pasaron algunos años, 8 nada menos. Siempre
considerándola como a una chica tan tan guapa que jamás se iba fijar en un tío
del montón como yo. Pero cuando decidí dejarlo con mi “ZZArmario” (mi ZZR 600
verde chillona y pesada) me encontré a solas con ella y por fin pude confesarla
mi locura pasión. Fue en el concesionario de Triumph de Madrid, Britania, ya
cerrado hace un tiempo, que estaba por detrás de la plaza de toros de Las
Ventas. Aterricé allí una tarde de “ligoteo” y cuando pregunté dentro, Roberto,
uno de los hermanos que llevaban la tienda madrileña, me dijo: “… pues tengo
una Speed Triple 900, mía, no de la tienda, que apenas uso y lo mismo te
interesa. Aunque no se si venderla ya que está perfecta.”. Mis ojos empezaron a
rotar como los del Tío Gilito con el símbolo del
Dólar, pero con el anagrama de
Triumph. Cogió las llaves de un local contiguo a la tienda, donde guardaba
algunas motos y la sacó a la acera. Naranja teja, 6.000 kms en su marcador nada
más, flamante como una tarta recién hecha y con unas colas de escape en carbono
y kevlar que la sentaban como un guante. Él entró de nuevo a la tienda a por
las llaves y allí nos quedamos ambos a solas, esa pelirroja y yo.
![]() |
| En otro de los anuncios posteriores. |
Su enorme deposito impacta cuando te subes encima. Es una
moto de la vieja escuela de verdad. Podría parecer presuntuoso llamarla “moto
de hombres”, pero sinceramente es el adjetivo que se merece. Grande, algo
pesada y con unas formas que no dejan a nadie indiferente. Como bien rezaba su
anuncio, su postura de conducción es deportiva, cargando peso delante,
declarando intenciones desde el primer momento. Entonces yo veía a las Triumph
con un nivel de acabados que ahora ya solo tiene su gama de motos más clásicas.
Están rematadas con cariño, con pasión, como obras de arte rodantes. No podía
aún imaginarme como sería tenerla en mis brazos para siempre, a pesar de que ya
estaba subido encima. Su dueño salió con las llaves y la arrancó, a la primera, por su puesto. Y el peculiar bramido del tricilindrico a ralentí, saliendo por
esos escapes abiertos, me enganchó del todo a ella. Como si me hubiera
susurrado al oído que ella también me quería desde el primer día que me vio, al
otro lado de las revistas. Pero de repente un jarro de agua fría me hacía
despertar de mi placido sueño y me devolvía de golpe a mi estatus de peatón. Su
precio. Era carísima. Pero creo que si la hubiera comprado, quizás seguiríamos
juntos a día de hoy, que ningún otro escarceo amoroso hubiese ocurrido en mi
vida. Pero no fue así. Yo contaba con 5.000 de los recién asentados €uros en mi
presupuesto y su merecidamente orgulloso dueño pedía 6.500 debido a su perfecto
estado y lo exclusivo del modelo en si. Recuerdo que aquel día me fui a casa
como si al pedirla salir, ella me hubiera dicho: “te prefiero como amigo”.
![]() |
| Están acabadas con cariño. |
Y de nuevo, los años pasaron. Me seguía fijando en ella cada vez que la veía por Internet.
Cada vez que aparecía una foto de ella en
una de sus múltiples vidas con alguno de sus dueños. Incluso en 2007 coincidí
en una boda con unos amigos de los novios que tuvieron una. Él me decía que la
vendió con 90.000kms y que se arrepentía desde el momento en que salió de su
vida. Que la echaba de menos. Que seguramente volvería a comprar otra igual. Y
yo solo podía imaginar que en algún momento nos cruzaríamos por la calle y la
chispa volvería a surgir… y así fue.
![]() |
| Una compañera de la que nunca me querría separar. |
Encontré un anuncio en el que aparecía ella en una foto
de poca resolución. Las conversaciones con su dueño eran poco claras, no
concretaba sobre su estado real, más que con un “la moto está bien”. Así que
aprovechando un viaje con mi amigo Santi para ver a su hermana en Barcelona,
nos
acercamos a ver la Speed Triple anunciada. El dueño me dijo que el único
defecto visible que tenía era causado por un gato que había en la nave donde
dormía ella, el cual la había rasgado un poco el asiento. Cuando llegamos al
sitio, en efecto, el defecto más visible era el asiento, devorado por un león
del circo de Ángel Cristo en vez de por un gatito. El resto era lamentable. Era
como ver a la maltrecha Whitney Houston en sus horas bajas de “sin techo”. La
pintura comida por el sol, solo funcionaban dos de sus tres cilindros, humeaba
como un dos tiempos y tenía unas pérdidas de aceite que ningún “Tena Lady”
hubiera podido contener. Después de intentar negociar un precio para una
restauración completa y no llegar a un acuerdo, me quedé de nuevo pensando que
nuestro amor era imposible. Que jamás estaríamos juntos. Que nos quisimos, pero
a tiempos asíncronos. Cuando ella quiso estar conmigo, yo no pude. Y cuando yo
quise estar con ella, ella no estuvo ahí.
| La historia de un amor no correspondido. |
Y desde entonces, nuestra relación se enfrió. Cuando veo
sus fotos, no puedo dejar de
pensar en aquel día sobre su depósito pelirrojo.
En lo que me susurró aquella tarde al oído y en no haber apretado y sacado de
donde fuera lo que me faltó para poder tenerla. A día de hoy, su escasez y
precios la hacen prohibitiva. Solo contemplo la esperanza de encontrarla e
importarla del Reino Unido. Podéis imaginar que el idioma no será un problema.
Ella siempre fue una inglesa acomodada en España y yo llevo todos estos años
perfeccionando mi Inglés para que cuando llegue nuestro día, nos entendamos
como dos enamorados.
![]() |
| Terminará buscándote en la Perfida Albión! |
Uves y ráfagas!
J.Gutiérrez.





