viernes, 30 de octubre de 2020

Querida ITV: Porque teailoviu


De sobra es conocido por todos cómo funcionan las Inspecciones Técnicas de Vehículos en España. A estas alturas de la vida, rasgarnos las vestiduras por las diferencias de precios entre unas y otras, o cómo aplican la normativa de una forma o de otra, no nos vale de nada. Pero cuando uno mismo no cae en beneficiarse de las lagunas del sistema, pensando errónea a e incrédulamente, que todas las estaciones de inspección funcionan bajo la misma regla de medir, es de género tonto. Y eso mismo me ha pasado a mi que, cual novato en estas lides, caí en la trampa por culpa de la prisa. Ya lo dicen por todo África, mientras adelantan con doble raya continua sin visibilidad: la prisa mata. 


Como comentaba por encima en mi anterior entrada, hace un par de meses compré una Montesa Evasión. Algún amigo me ha dicho que es más fea que un pie sin uñas. Algún otro, que me conoce mejor y a sabiendas de lo que me gustaba esta moto en mi primera adolescencia, ni siquiera se cuestiona el porqué de esta decisión, en el ecuador de mi cuarta década. Y en casa, con la noble excusa de tener una moto de campo accesible para mi pareja, por altura y ligereza, pues la he colado hasta el fondo del garaje. Al final, lo que cuenta es la satisfacción que me produce verla allí aparcada. Todavía solo he podido dar dos vueltas con ella, ya que la compré en buen estado de motor, pero con una estética más que mejorable. Así que después de un mes pintando aquí, lijando allá, cambiando esta pieza y reconstruyendo esta otra, la moto estaba lista para pasar la ITV. Y ahora viene cuando la matan.

Un sueño de juventud

Primer error de novato: dar por hecho que me atenderían en la ITV del pueblo, sin haber pedido cita previa. Me presento allí a las 13:10 de hace dos sábados, con la Evasión cargada en el remolque. Nadie en la cola, así que paso directamente a la recepción a presentar la documentación. He de decir que en los muchos años que esta ITV está abierta, nunca he tenido problema alguno. Es la ITV de Navas de Rey y por allí han pasado todas mis motos y coches desde hace años. Digamos que, sin llegar a ser permisivos, son razonables y por normal general, saben de qué hablan. Si vas con algún coche o moto veterana, generalmente conocen de qué va. Hasta ese día, nunca había tenido problema. Pero parece ser que, aunque físicamente no tienen ningún aviso en toda la estación, no se atiende sin cita previa desde que empezó la crisis del Covid19. A pesar de que no había nadie, de que esperé por si no se presentaba nadie más y de hablarlo y discutirlo con el ingeniero de la estación, a las 13:45 me marchaba de allí. 

Un pequeño repaso

Yo quería estrenar la moto y la prisa me pudo. En ese momento, pensé en otra ITV cercana. Consulté en internet y vi que la ITV de Villaviciosa de Odón, abría hasta las 3. Llamé para cerciorarme de que me atenderían y salí para allá. En menos de media hora, estaba descargando la moto en el aparcamiento de la estación. Paso la garita donde presentas la documentación y ya en la entrada del túnel de la estación, un joven técnico me pide que me baje de la moto y que me dirija a la zona de espera. Precavidamente, dada la insultante juventud del lechón, le pregunto: Sabes cómo se arranca, ¿verdad? A lo que, con un gesto de arrogancia, mientras se montaba en la moto, me contesta: ¡Claro! Pues bien, la primera en la cara: el joven aspirante a técnico empieza a mirar la moto por el lateral izquierdo, quizás pensando que era como en alguna custom que hubiera visto y me dice: ¿Dónde está la llave de contacto? A lo que contesto: Esta moto solo tiene arranque a patada. Ten cuidado de que el retroceso de la palanca no te rompa la pierna. De un salto, que solo la pubertad y la lozanía pueden motorizar, se baja de la moto y con un condescendiente ademán me pide que se la arranque. Habíamos empezado mal, pero esto iba a ir a peor.


Después de arrancar la Montesa, me dirigí a la zona de espera. Desde la cristalera allí instalada, podía ver cómo inspeccionaban la moto. De hecho, si Grisom, Horatio o cualquier otro protagonista de la serie CSI hubiera estado inspeccionando la moto de la misma manera que estaban haciéndolo, hubieran dado con restos de ADN de los técnicos de la cadena de montaje de la factoría de Montesa, donde mi Evasión fue ensamblada en 1992.  Miraron, midieron, hablaron, consultaron a otro técnico, vino un cuarto técnico más, se sentaron todos en la moto a ver si era cómoda, pero ninguno se dio cuenta de que, para detener el motor, esta moto tiene un botón de parada. Cada vez que la pararon, lo hicieron metiendo una marcha y calándola. Genio y figura. Por que talento y conocimiento, poco. Pues bien, una vez terminan y me entregan la documentación, me informan de que la inspección es negativa debido a 3 (tres, three, trois, drei, tribus, três, 3… para que quede claro: dos más una) faltas graves. 

Recien recogida

Mi sorpresa era tal, que empecé a discutir con el supervisor del técnico, ya que el joven mozo huyó de la escena del crimen, aún con el arma manchada de sangre. Primera falta grave: latiguillos metálicos. Cosa que esta moto equipa de serie. Y cuando le increpo al supervisor con esta novedad (para él) muy beligerantemente me contesta: Los latiguillos metálicos no existían en el año 92. Mi carcajada fue tal, que todo el mundo en la ITV se giró para ver de qué me reía. Ahí sentencié de muerte mi negociación, lo tenía claro. Pero también tenía claro que ese supervisor no llegó a ese puesto gracias a sus conocimientos mecánicos. Siguiente falta grave: la inclinación de la matrícula está 2 grados (dos, two, deux, zwei, duo, dois, 2… para que quede claro: uno más uno) de más inclinada sobre lo permitido. Discrepo, ya que el porta matrículas y la geometría de la moto es la original. Y después de discutir y discutir sin ninguna otra respuesta más que: nosotros solo aplicamos la normativa (¿qué normativa?) me dicen la tercera falta grave: reforma de importancia por haber cambiado el manillar. 


Ahí podría decirse que sí. Culpable. Aunque discutible. Cuando compré la moto, traía un manillar Hebo, de igual medidas al original. De hecho, si no llega a ser por la serigrafía del logo de esta marca en el propio manubrio, nadie se hubiera dado cuenta. También se lo discutí, pero lógicamente dio igual. Ya eran las 15:00 y tenía que volver a comer al pueblo. De nuevo, la prisa me podía. Hice una pelota con el papel resultante de la inspección, se lo tiré al pecho al amable supervisor y me marché de allí, habiendo tirado a la basura dos horas de mi tiempo libre y 39,90€ de la inspección, ya que lógicamente ni iba a volver allí, ni iba a cambiar los latiguillos de freno originales de la moto, ni iba a modificar el porta matrícula de la moto, ni iba a pintar el manillar que lleva montado, para que no se viera la marca de la industria auxiliar. 

Lástima de los colores, pero como todo, vuelven a estar de moda...

Así que, volviendo a mi primer párrafo de hoy, tonto de mi que, por tener prisa en pasar la inspección, fui donde no debía. Si hubiera esperado una semana más, para poderla pasar en Navas, seguramente no hubiera tenido problema alguno. Finalmente me traje la Evasión a Madrid. Una tarde me acerqué a la ITV de Torrejón de Ardoz, la cual la dirije un buen amigo. Y aunque en más de una ocasión ya me habia él ofrecido pasar las inspecciones allí, hasta ahora había hecho caso omiso y seguido con mi cuadriculada rutina de ir a la ITV de Navas. En Torrejón me atendieron estupendamente y la moto pasó la inspección sin mayor problema. De ahora en adelante tendré que tener siempre en mente eso de que los latiguillos metálicos no existían en el año 92 e ir directamente a la estación de este amigo y de paso, no recomendar a nadie la estación de ITV de Villaviciosa de Odón. 


Uves y ráfagas. 


J. Gutiérrez.